Al principio, ellos se sorprenden mucho de su inesperado encuentro y se besan tres veces. Ellos conversan acerca de su infancia y se preguntan qué ha sido de sus vidas. Luego, el flaco le presenta a su esposa Luisa y a su hijo Nafanail.
Rato después, súbitamente, el flaco se pone pálido, se encorva y las maletas que tenía se empequeñecen. El mentón de su esposa se alarga y su hijo Nafanail se estira.
El flaco le habla al gordo, utilizando un tono de voz sarcástico. El gordo quiere reclamarle, pero siente naúseas y se despide, alejándose un poco del flaco. Este último se ríe aún más, la esposa se sonríe y el hijo de un taconazo dejó caer su gorra. Los tres se encontraban pasmados.
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