Cuando uno es chibolo, espera con ansias la navidad. En primer lugar, porque anhela recibir muchos regalos; desde muñecas hasta el muñeco de la máscara. Y lo peor es que piensan que un gordinflón gringo y canoso llegará a casa de algún chibolo con una gran bolsa de terciopelo rojo que contiene cajas con muñecas, pelotitas, peluches, discos musicales, entre otras cosas.
Luego viene la ilusión de la cena. Uno come su pavo que ha sido obtenido después de una gran cola en San Fernando, uno come ensaladas sofisticadas que las mamás han cocinado después de ver por varias horas las recetas en la televisión o en los catálogos de los supermercados. Finalmente, a jatear se ha dicho porque Papa Noel quiere que descanses porque todos los niños deben acostarse a una hora decente. Además, el niño Jesús se puede molestar.
Al día siguiente, los chibolos se emocionan con el chocolate y con el panetón y empiezan a guardar fuerzas para la celebración por Año Nuevo de papá y mamá.
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