jueves, 28 de enero de 2010

Una mañana en Máncora




Cuando uno recién llega a Máncora en la mañana, se siente muy fatigado; ya que después de muchas horas de viaje uno siente naúseas. Pero después de que uno se logra instalar en un cómodo hotel, cerca de la playa, y logra descansar un par de horas; todo va bien.

Cuando uno sale a la playa más o menos a la una de la tarde, observa mucha gente aglutinada en el mar con sus tablas, padres con sus hijos, grupos de amigos y algunos animales como perros, caballos y ponis. Rato después, uno tiene que ver si hay algún lugar vacío, para almorzar, en las mesas de plásticos que se encuentran en la misma playa para poder hacer su pedido.

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