miércoles, 4 de agosto de 2010

El verdor de lo increíble



Cuando Hascalana fue al glorioso departamento de Ancash, se pudo dar cuenta de que la región de la sierra transmite cierto candor que cautiva las pupilas de los visitantes.
Este tipo de ambiente transporta a las personas a un mundo mágico donde, la beldad de la naturaleza , se da a conocer en su máxima expresión.
Observar la caminata de las vacas despavoridas, atestiguar la parsimonia en el andar de los carneros y analizar el zigzagueo de los perros que intentan esquivar a los burros, son acontecimientos que nos advierten que vivimos en un mundo fantásticamente natural y espontáneo.
Por otro lado, algo sumamente impactante, es el color verde. El verdor que acompaña a los roquedales de la sierra es maravilloso, ya que la unión de estos dos elementos, construyen una escena inolvidable en nuestra memoria.
Los lagos parecen ser un milagro de Dios. El agua da la impresión de permanecer inmóvil , a pesar de la corriente de aire, y pulcra, aunque la contaminación se haga presente.
Un cielo , con nubes de algodón, soleado y ventilado, se presenta en la mañana; un cielo tinturado , por la fuga del sol y del calor, y difuminado, se justifica en el atardecer; y una luna brillante, con una luz potente, nos irradia por las noches.
La amalgama de un firmamento inusitado, de animales que danzan por doquier y de un camino serpenteante, nos dan a conocer una tierra diferente que, gracias al pigmento de las plantas, nos conducen al verdor de lo increíble.

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