Después de haber estado completamente un día en Máncora sin hacer absolutamente nada intelectual, Hascalana de nuevo amanece ahí; toma desayuno y pasea por los alrededores de la playa por más de una hora. Cuando concluyó su último paseo por Máncora, fue a la agencia de buses que conducen hasta Guayaquil, con media hora de anticipación. Sin embargo, el viaje comenzó con , aproximadamente, cuarenta minutos de retraso.
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