martes, 16 de marzo de 2010

A paso de tortuga


Cuando Hascalana, Flocorlato y Ordenxa llegaron a la agencia de buses, se encontraron con el acompañante que estaba parado con cara de preocupación. Minutos después, los chicos aventureros y avezados fueron a los servicios higiénicos.
En breves minutos, el bus estaba estacionado esperando a todos sus pasajeros. Los hermanos Quilefán se despidieron y subieron al bus, rápidamente. Pero Ordenxa y su acompañante seguían en la agencia, ya que los chavales los veían a través de las lunas polarizadas del bus.
Con diez minutos de retraso, el bus partió con rumbo a Máncora. En el televisor del bus empezaron a poner un video que indicaba todos los servicios que había y las reglas de seguridad en algún caso de emergencia. Después pusieron una película típica de los Estados Unidos que poseía un tema banal.
Cuando el bus pasó por el Británico de Los Jardines, Hascalana sacó su cámara Canon y empezó a desde aquella zona hasta el centro comercial Lima Plaza Norte, pasando por Mega Plaza, la universidad César Vallejo, Plaza Vea y Metro.
Luego los chicos siguieron viendo la película fatua. Cuando pasaron por Pasamayo, el cielo empezó a obnubilarse lentamente. Horas después, les tocó cenar. Para Flocorlato, sobre todo, la comida que ofreció la agencia de buses era inapropiada, ya que estaba muy condimentada. Asimismo, había mucha mezcla de sabores que al final del acto de ingerir los alimentos, la lengua no podía captar un sabor agradable. Ellos anhelaban comer un Big Mac, en vez de la cena que les dieron, ya que dicho sánguche no despedía ningún olor patente y fuerte.

Una hora después , inesperadamente, apagaron las luces comunes del bus.
Hascalana y Flocorlato asimilaron la idea que esa noche tenían que dormir temprano. No obstante, la niña tuvo que conformarse con mirar algunas de las ciudades por las que pasaban, pero fue en vano ya que en ese momento era de noche. Hascalana optó por una mejor opción: escuchar música con su mp4.
Ella disfrutó de este pasatiempo por más de dos horas. Luego, tuvo que dormir contra su voluntad. Era muy temprano para ella, eran las doce de la noche, todavía. Durmió en un bus cama pero igual fue incómodo.
Ella se despertó, aproximadamente, a las siete de la mañana; media hora después, Flocorlato despertó. Los hermanos Quilefán ya se encontraban en Piura. Lo primero que vieron fue un grupo de palmeras y un paisaje completamente verdoso.
Una hora después, pasaron por una playa que tenía un parecido con Pasamayo, sobre todo porque era un gran serpentín que daba vueltas y vueltas.
Hascalana, recién en esa parte, se comenzó a sentir un poco mareada y nauseabunda. Justo en ese momento sirvieron el desayuno pero Hascalana lo rechazó y le pidió una bolsa a Flocorlato para que el líquido, que proviene de nuestro acto de arrojar, tenga en dónde caer.
Minutos después, Hascalana contuvo sus ganas de arrojar y trató de distraerse mirando los lugares por los que pasaba y en la película que estaban dando en el bus. Era una película 3D, nominada al Oscar, se llamaba Una aventura de alturas. Los dibujos y los colores de la película apaciguaron el malestar de Hascalana, ya que ella, en el futuro, también querrá aprender muchas cosas sobre la animación 3D y otros programas relacionados con el mundo audiovisual. Tiempo después, una persona encargada de los servicios del bus, anunció que el carro ya había llegado a Máncora. Los hermanos Quilefán dudaron en bajar, ya que los pasajes estaban pagados hasta la ciudad de Tumbes, pero , en cuestión de segundos, bajaron del bus.

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