miércoles, 21 de abril de 2010

Feliz retorno



La mañana siguiente se despertaron veinte minutos antes de las siete de la mañana para cargar , con tranquilidad, todos los equipajes. El camión llegó a la hora acordada y lograron subir con calma. La ruta fue diferente, ya que aquel automóvil los dejaría en Conocochas.
En el transcurso del viaje, ellos pasaron por lagunas, cerros y entre otros accidentes geográficos característicos de la sierra peruana. Después de tanto zigzaguear por tantos paisajes, ellos llegaron a Conocochas en menos de horas.
Esperaron , unos breves minutos, un carro rumbo a Lima, pero inesperadamente pasó una combi con rumbo a Barranva, ellos subieron de inmediato.
El automóvil continúo pasando por bellos lugares de la sierra. En ese momento el cielo se encontraba grisáceo, tenebroso y ofuscado.
Una hora después de haber subido, Hascalana durmió un rato. Como el carro se movía constantemente, la niña Quilefán despertó con los oídos tapados y algo adoloridos.
Instantes después, ingresaron a la zona costeña, todos se alegraron un poco.
Horas después, subió más gente al bus, el espacio quedó pequeño y Hascalana pudo sentirse mejor, aunque aún quedaba algo de resfrío.
En el momento menos esperado, llegaron a la agencia de viajes de Barranca;cargaron los equipajes con premura, se compró el pasaje rumbo a Lima y subieron, velozmente con sus maletines viajeros, al bus.
Apenas subieron al carro, Hascalana y Ordenxa comieron un par de mandarinas y un poco de uvas. Largo rato después, lograron conciliar el sueño por hora y media.
Después, Hascalana se entretuvo mirando algunas zonas de Lima no muy transitadas por ella como: Ventanilla, Los Olivos y San Martín de Porres.
Cuando pasaron por Mega Plaza, se sintieron más en casa.
Cuarenta minutos después, llegaron a la agencia ubicada en el Cercado de Lima.
Cuando recién llegaron, la atención se centró en qué taxi tomar, pues era una zona algo peligrosa y cabía la posibilidad de que les quitasen los equipajes.
Sin embargo, en cuestión de segundos, consiguieron un taxi que los llevaría a su guarida limeña.

sábado, 10 de abril de 2010

Deambulando en las alturas



Tomaron el mismo desayuno que el día anterior y salieron de la guarida de Tishpha para ir a caminar con el objetivo de llegar hasta el arco que da la bienvenida al distrito de Ocros.
Caminaron cuadras más arriba del Centro de salud. Pasaron por muchos paisajes verdosos, cerros típicos de la sierra y con la presencia de un cielo en donde las nubes parecen ser de borra.
Pasaron por una parte en donde se encontraban vacas, burros y terneros.
Ellos pasaron con cautela, ya que había cierto temor de que alguno de esos animales demuestre su enojo haciéndoles algo con su cola. Hascalana, obviamente, capturó ese momento con su cámara digital.
Minutos después, pasaron por una cascada pequeña pero curiosa. Hascalana y el acompañante se tomaron fotos en ella. Siguieron transitando cuadras y cuadras con un calor típico de la sierra, algo insoportable.
Luego llegaron a una zona en donde se encontraban varias vacas ordeñando. Hascalana filmó este hecho inusitado. Este suceso fue el más importante de su travesía ocrosina.
Rato después, lograron llegar a aquel arco. Aprovecharon para tomarse fotos y para apreciarlo con tranquilidad, pues por ese lugar no había gente. Ordenxa se dio cuenta de que no llegaba la línea telefónica.
Dieron una vuelta a la derecha para regresar a la zona en donde tenían que estar. Instantes después, se dieron cuenta de que muy cerca de la cascada, se hallaban unas ovejas con rostro amistoso y cordial. Parecía que una de ellas percibía la presencia de una cámara, porque miraba en dirección al lente.
Siguieron deambulando y vieron un cúmulo de toros, carneros y algunos caballos.
Ún cuarto de hora después, se encontraron con Tishpha y juntos fueron a almorzar.
La comida carecía de carne, pero era generosa.
Una vez que llegaron al cuarto de Tishpha, empezaron a charlar sobre algunos planes a futuro y a ordenar las cosas, pues al día siguiente partirían de aquel lugar.
Rato después, media hora antes de la cena, se dieron con la sopresa de que aquel carro que los trajo a Ocros, no estaba disponible al día siguiente para su regreso. Ellos se preocuparon y pensaron que, tal vez, su estadía en Ocros se prolongaría un día más.
Salieron del cuarto y, antes de ir a cenar, Ordenxa averiguó otras posibilidades de carro que podrían partir al día siguiente. Encontraron una opción de tranporte diferente a la que acostumbraban.
Luego cenaron de manera rauda, ya que la eucaristía empezaría en poco rato.
La reunión de todos los fieles del Señor y del sacerdote, duró igual que el día anterior: dos horas.
Después de ello, se encontraban muy friolentos y fatigados.
Trasladaron sus equipajes desde el cuarto al hotel. Era una gran cantidad de maletas.
Se despidieron de Tishpha con la esperanza de que el próximo viaje que ellos realicen, ya no sería una visita sino un retorno a Lima.

viernes, 9 de abril de 2010

Entre parcelas quebradizas



¿Qué hacer un día entero en un pueblo pequeño? fue lo primero que se preguntó Hascalana al despertar. Cuando todos se levantaron, se dirigieron hacia la guarida de Tishpha para tomar desayuno. Comieron un pan con hot dog y bebieron una bebida caliente con vitaminas.
Culminada la primera comida del día, se dirigieron a la plaza para pasear un rato y para comprarle unas botas a Hascalana. Ella necesitaba calzado, ya que solo había llevado unas sandalias livianas que no eran capaces de embardurnarse tanto.
Luego regresaron a la residencia ocrosina de Tishpha. En ella, Hascalana, aprovechó para descansar un poco de su malestar de altura. Ordenxa cumplió con ciertas labores domésticas.
Horas después, Tishpha regresó de su trabajo y juntos se fueron al restaurante a almorzar.
El almuerzo fue generoso y respetuoso, ya que carecía de carne por ser jueves santo.
Después del acto de manducar, se dirigieron, otra vez, a la guarida. En ella, hicieron una pequeña siesta y departieron sobre cosas casuales. Instantes después, se fueron a cenar de manera apresurada.
Luego se dirigieron a la casa del Dios ocrosino para ser particípes de la eucaristía por jueves santo. La misa fue algo anómala, ya que el cura se expresaba en dos idiomas: quechua y castellano. Fue extensa, duró casi dos horas. Todos terminaron muy cansados.
Se dirigieron, todos friolentos, al escondite de Tishpha; sacaron sus utensilios de cuidado personal y retornaron al hotel para dormitar hasta el día siguiente.

miércoles, 7 de abril de 2010

Primeras horas en las alturas


Cuando recién ingresaron a la guarida ocrosina de Tishpha, lo primero que hicieron fue conversar un poco, dejar sus equipajes y salir prontamente a cenar, ya que habían llegado a aquel distrito un poco después de la hora prevista.
Fueron a comer a un restaurante que se ubicaba muy cerca de la plaza de armas. El segundo y la sopa fueron generosos, pero poseían una condimentación diferente, un poco grasosa.
Culminada la merienda, retornaron a la residencia ocrosina de Tishpha para hacerle compañía un rato más, ver un poco de televisión y para hacer sus necesidades fisiológicas.
Luego se retiraron de aquel lugar y se llevaron una linterna, ya que el camino que conducía para llegar al hotel era algo tortuoso y peligroso. Minutos después, se pusieron su ropa de dormir, fueron al baño por última vez y , finalmente; Hascalana pudo dormirse en un santiamén, pues aún la embargaba una leve gripe.

martes, 6 de abril de 2010

Repitiendo el zigzagueo

Lo primero que hizo Hascalana al subir al bus fue tomar su helado, sacarse su casaca polar y descansar un poco. Cuando el bus estuvo por finalizar su recorrido en la parte llana de Ancash, ella sacó de su mochila el libro llamado La senda del perdedor y lo comenzó a leer con curiosidad.
Rato después, Hascalana dejó la lectura ya que el carro comenzó a moverse bruscamente, lo cual impidió que su vista posicionará bien en las letras de las páginas de aquel libro.
En breves instantes, llegaron a Manchay, lo cual indicaba que todos los pasajeros tenían que bajar para hacer uso de los servicios higiénicos, en caso que sea necesario, o comprar alguna bebida o almorzar raudamente.
Hascalana y Ordenxa con su acompañante optaron por comprar una gaseosa para cada uno y esperar parados, observando aquella naturaleza no muy frecuentada por ellos, hasta que el bus de señal de volver a subir para proseguir con la travesía.
Después de haberse hidratado un poco, los tres integrantes presentes de la familia Quilefán, pudieron observar unos burros que bajaban unas escaleras. No parecían ser tan burros, ya que calculaban bien sus movimientos y, sobre todo, sus pasos para evitar caerse de unas minúsculas escalinatas serranas.
Cuando ellos observaron este suceso, Ordenxa le dijo a su acompañante: mira, ahí están los de tu familia. Luego les tocó subir al bus para retomar con su viaje. Aún faltaban como tres horas.
Apenas ingresaron al carro, Hascalana se puso a observar detenidamente el paisaje con el fin de poder tomarle alguna foto a alguna parte de la carretera en donde sea notorio un zigzag. Pero muchas curvas se le pasaron. Media hora después, decidió descansar, ya que se encontraba muy cansada de observar tanto serpentín y pedregal.
Al cabo de una hora, despertó en un pueblo que se encontraba muy alto. En ese momento, Ordenxa le ofreció un racimo de uvas; ella le aceptó.
Horas después, Hascalana sacó su cámara Canon y pudo filmar algunas curvas en medio de la carretera, pero no pudo filmar el letrero que daba la bienvenida al distrito de Ocros, ya que el carro pasó muy rápido. En cuestión de tres minutos, pudieron llegar al lugar en donde se encontraban las personas que esperaban a los pasajeros de aquel bus. Entre el gentío, se pudo ver que Tishpha se ubicaba parada. Apenas ellos bajaron, ella los ayudó con los paquetes y equipajes , y juntos fueron a su guarida ocrosina.

lunes, 5 de abril de 2010

¡Por segunda vez a Ocros!

Hascalana tuvo que ir por semana santa a la provincia de Ocros para cumplir con su labor de hermana Quilefán. A ella no le gustó mucho la idea, ya que el hecho de tomar dos buses para llegar a aquel destino no es muy agradable. Asimismo, uno tiene que soportar a ciertos ambulantes que se suben a los carros para vender ciertos alimentos de dudosa limpieza. La mezcla del calor, del soroche, de la carencia de alimento por unas horas, agravan más la situación.
Lo peor de todo esto fue que, la noche anterior al viaje, Hascalana fue víctima de un resfrío.
La mañana siguiente, ella se despertó a las cinco y media; se vistió con celeridad y partió con Ordenxa y su acompañante a la agencia de buses con rumbo a Barranca.
Apenas llegaron, tuvieron que cargar sus grandes equipajes y subir rápidamente al bus.
Hascalana, durante el viaje de Lima a Barranca, se puso a dormir y a comer un par de chupetes.
Luego les tocó bajar, porque ya habían llegado a su destino. Ordenxa compró unos helados para no aburrirse y unas cuantas botellas de agua mineral que le hacían falta a Tishpha. Minutos después fueron a los servicios higiénicos y luego de ello, retornaron al bus para llegar a su segundo destino: Ocros.

domingo, 4 de abril de 2010

Limpiando nuestra prosa

Cuando Hascalana terminó de escribir su crónica ficticia, tuvo que realizar la edición en compañía de Flocorlato: el editor principal. Tardaron dos días en limpiar la prosa hascalanesca, pero fue un trabajo arduo, ya que cada día leyeron y corrigieron aproximadamente treinta páginas.
Inesperadamente, Hascalana encontró varios errores gramaticales, tipográficos y de coherencia.
Parece que después de esta edición literaria, Hascalana aprendió algunos tips importantes que deben de estar presentes en toda narración.
Días después, los chicos Quilefán fueron a un lugar de Lima que se encuentra en una zona algo peligrosa de Lima. En ese sitio uno encuentra puestos en donde realizan trabajos de edición de video, gigantografías, avisos luminosos, sellos, impresión de hojas de cantidad copiosa y otras tareas que demandan tiempo.
Sin embargo, ellos no encontraron el papel que querían que tenga el libro y decidieron esperar un par de semanas para que el folio deseado llegue a sus manos.

sábado, 3 de abril de 2010

Narraciones viajeras


Días después de que Hascalana volvió de su gran viaje, decidió narrar en su blog todas las experiencias que había tenido en Máncora, Guayaquil, Tumbes y Ancash.
Ella, en primer lugar, empezó narrando impersonalmente su llegada a Máncora. Luego utilizó algunos nombres inventados para contar todo lo que había sentido antes de llegar al Ecuador.
Desde ese momento, ella ha seguido narrando todas sus experiencias. Esta tarea escrita duró casi dos meses, Hascalana tuvo mucha paciencia y dedicación.
Semanas después, Flocorlato le dio la idea de copiar a Microsoft Word todos los posts relacionados con su viaje, con el objetivo de que todos sus pequeños textos recopilados en aquel programa tengan apariencia de un libro pequeño. Hascalana se emocionó y tuvo mayor perseverancia para lograr aquello.
Hace dos semanas, Hascalana terminó su obra que consta de 64 páginas, pero todavía falta imprimirla con el papel correspondiente para que aparente ser un libro real.