martes, 6 de abril de 2010

Repitiendo el zigzagueo

Lo primero que hizo Hascalana al subir al bus fue tomar su helado, sacarse su casaca polar y descansar un poco. Cuando el bus estuvo por finalizar su recorrido en la parte llana de Ancash, ella sacó de su mochila el libro llamado La senda del perdedor y lo comenzó a leer con curiosidad.
Rato después, Hascalana dejó la lectura ya que el carro comenzó a moverse bruscamente, lo cual impidió que su vista posicionará bien en las letras de las páginas de aquel libro.
En breves instantes, llegaron a Manchay, lo cual indicaba que todos los pasajeros tenían que bajar para hacer uso de los servicios higiénicos, en caso que sea necesario, o comprar alguna bebida o almorzar raudamente.
Hascalana y Ordenxa con su acompañante optaron por comprar una gaseosa para cada uno y esperar parados, observando aquella naturaleza no muy frecuentada por ellos, hasta que el bus de señal de volver a subir para proseguir con la travesía.
Después de haberse hidratado un poco, los tres integrantes presentes de la familia Quilefán, pudieron observar unos burros que bajaban unas escaleras. No parecían ser tan burros, ya que calculaban bien sus movimientos y, sobre todo, sus pasos para evitar caerse de unas minúsculas escalinatas serranas.
Cuando ellos observaron este suceso, Ordenxa le dijo a su acompañante: mira, ahí están los de tu familia. Luego les tocó subir al bus para retomar con su viaje. Aún faltaban como tres horas.
Apenas ingresaron al carro, Hascalana se puso a observar detenidamente el paisaje con el fin de poder tomarle alguna foto a alguna parte de la carretera en donde sea notorio un zigzag. Pero muchas curvas se le pasaron. Media hora después, decidió descansar, ya que se encontraba muy cansada de observar tanto serpentín y pedregal.
Al cabo de una hora, despertó en un pueblo que se encontraba muy alto. En ese momento, Ordenxa le ofreció un racimo de uvas; ella le aceptó.
Horas después, Hascalana sacó su cámara Canon y pudo filmar algunas curvas en medio de la carretera, pero no pudo filmar el letrero que daba la bienvenida al distrito de Ocros, ya que el carro pasó muy rápido. En cuestión de tres minutos, pudieron llegar al lugar en donde se encontraban las personas que esperaban a los pasajeros de aquel bus. Entre el gentío, se pudo ver que Tishpha se ubicaba parada. Apenas ellos bajaron, ella los ayudó con los paquetes y equipajes , y juntos fueron a su guarida ocrosina.

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