Cada vez que Hascalana Quilefán hace zapping, se topa con películas gringas, telenovelas mexicanas o sudamericanas y programas concurso, culinarios o musicales. La característica común de todos estos géneros televisivos es la misma: estereotipos europeos de belleza. Ella aún no entiende por qué la televisión mundial tiene que ser así. ¿Acaso la gente que no es semejante a la famosa es menos bella? Indudablemente los medios de comunicación asentirían, aunque traten de negarlo. Por tal motivo, surgen los complejos físicos y superfluos en la gente. La culpa le compete a la televisión, pues esta nos convence de que las cirugías, dietas excesivas, tratamientos faciales y el gimnasio son requerimientos irreemplazables para ser esculturales y convertirnos en una figura pública. Lo más ridículo es creer que un cantante, cuya función es brindar música, también tenga que estar sometido a estas reglas antinaturales. ¿Qué tiene que ver un arte con los prototipos de belleza? Si se reflexiona, nos daremos cuenta de que no hay relación alguna. Solo es una sucia estrategia de vender apariencia más música que dé como resultado fama asegurada.
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