Cuando Hascalana Quilefán cursaba el kindergarten y los primeros años de primaria, padecía el Trastorno de ansiedad por separación. Ella sufría mucho cuando tenía que abandonar el ambiente hogareño e ingresar a la escuela. Varias veces lloraba sin cesar y nadie la podía calmar. Ni siquiera sus familiares, docentes del colegio o los inexpertos psicólogos. Hascalana siempre ha sido un caso particular y nunca se dejaba persuadir por los famosísimos discursos pedagógicos y psicológicos que intentaban aquietarla. Solo la bioquímica podía solucionar sus problemas de estrés y ansiedad.
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